domingo, 13 de diciembre de 2015
Trescientos setenta y cinco: Levels
Ni bien entramos, notamos cambios en el espacio que mucho no nos preocupan y el entusiasmo sigue ahí como un perro sediento en verano. Pero cuando empezamos a acostumbrarnos a mirar en esa oscuridad, reconocemos que muchas cosas han cambiado: camisas por demás. Preocupante. No importa, sigamos el ritmo de esta música. Y nos asimos de esa soga hasta que nos duelen las manos y otra vez, la música también ha cambiado. Último resto de esperanza. Otro "level". Nos sentamos en el hueco que deja una casa, mientras esperamos que algo dentro cambie, algo dentro nuestro, algo dentro de eso. Mientras esperamos que el sol salga, recorremos varias estaciones de servicio buscando medialunas y café cortado con poca leche, la medida justa, el auténtico café cortado. Ninguna se habilita ante nos. Se nos abre un portal 24hs., olor a salchichas y chucrut, reggeaton, pero medialunas ahí las vemos medialunas, la promo de 31 pesos. Engullimos. Todo se va poniendo a favor del sol. La dejo en su casa. El sol aparece delante del volante. Entiendo: el templo es el que abandonamos para irnos al que solía ser. El templo es el lugar donde la música suena a otro "level".
"Algo me está ben-diciendo"
lunes, 12 de octubre de 2015
Trescientos setenta y cuatro: Pájara
Trescientos setenta y cuatro: Pájara
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Trescientos setenta y tres: Capicúa bebé
Trescientos setenta y tres: Capicúa bebé
domingo, 13 de septiembre de 2015
Trescientos setenta y dos: El insomnio magnífico
Trescientos setenta y dos: El insomnio magnífico
viernes, 11 de septiembre de 2015
Trescientos setenta y uno: wasabi
Trescientos setenta y uno: wasabi
martes, 8 de septiembre de 2015
Trescientos setenta: Florece
Trescientos setenta: Florece
lunes, 7 de septiembre de 2015
Trescientos sesenta y nueve: El alcaucil
Trescientos sesenta y nueve: El alcaucil
domingo, 30 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y ocho: El ocaso de este agosto
Trescientos sesenta y ocho: El ocaso de este agosto
miércoles, 26 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y siete: Cuando pienso demasiado
Trescientos sesenta y siete: Cuando pienso demasiado
sábado, 22 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y seis: El muro cayó
Trescientos sesenta y seis: El muro cayó
viernes, 21 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y cinco: Todo estuvo ahí
Trescientos sesenta y cinco: Todo estuvo ahí
miércoles, 19 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y cuatro: Los motores en el living comedor
Trescientos sesenta y cuatro: Los motores en el living comedor
domingo, 16 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y tres: La ola
Trescientos sesenta y tres: La ola
viernes, 14 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y dos: El ballotage de la pizza y otras cosas
Cuando ya no nos dio más, dejamos míseras sobras que la Jeny olfateó y tampoco quiso. Nos subimos al carro, himno nacional en la fm y manejamos hasta la casa de M. para cambiar su cerradura. Forzamos bastante las circunstancias y seguramente alarmamos a los vecinos en ese afán, pero finalmente pudimos montar ese engranaje con la fuerza catártica que cada una tenía dentro. Nos acabamos las sustancias y nos fuimos taza taza.
Trescientos sesenta y dos: El ballotage de la pizza y otras cosas
miércoles, 12 de agosto de 2015
Trescientos sesenta y uno: La dispersión es ley
No me da miedo irme por las ramas, todo lo que se va, florece en las esquinas. Y mientras la flor existe, ese presente es un continuo.
Trescientos sesenta y uno: La dispersión es ley
lunes, 10 de agosto de 2015
Trescientos sesenta: Mi amiga, la médica
Trescientos sesenta: Mi amiga, la médica
sábado, 8 de agosto de 2015
Trescientos cincuenta y nueve: Hay veda
Trescientos cincuenta y nueve: Hay veda
jueves, 6 de agosto de 2015
Trescientos cincuenta y ocho: El cuerpo
Trescientos cincuenta y ocho: El cuerpo
miércoles, 5 de agosto de 2015
Trescientos cincuenta y siete: Vorágine y felicidad
Trescientos cincuenta y siete: Vorágine y felicidad
martes, 4 de agosto de 2015
Trescientos cincuenta y seis: Tu cuerpo te traiciona
Clara consecuencia: el cuerpo te traiciona. Entonces abrís la boca para decir a y te sale b y te sale beso o bebé y te avergonzás. O te acostás a dormir la siesta y no dormís hasta cinco minutos antes de que suene el despetador para ir a tu primera clase de danza despues de cinco años sin interrupciones y no escuchás y no vas y te sentís mal y te comprás otro atado para fumar, pero te preparás una ensalada violenta de espinaca cruda y varios tipos de cebolla que te estimulan más. Y te crees que te vas a dormir después de un baño en la bañadera con sales del negocio de acá abajo que vende de todo muy barato, y no. El ojo te titila porque quiere irse a dormir otra vez, pero sólo uno, el de siempre, el lado izquierdo que colapsa, la felicidad que colapsa con la playlist de electrónica que te ponés para manejar y todo es así, la vida vivida vívida.
Trescientos cincuenta y seis: Tu cuerpo te traiciona
viernes, 31 de julio de 2015
Trescientos cincuenta y cinco: La ópera -Toma 2
Trescientos cincuenta y cinco: La ópera -Toma 2
miércoles, 29 de julio de 2015
Trescientos cincuenta y cuatro: No me gustan los pibes cancheros
Trescientos cincuenta y cuatro: No me gustan los pibes cancheros
domingo, 26 de julio de 2015
Trescientos cincuenta y tres: La Gloria se fue
Ya no estás en el poste donde te dejé antes de entrar al cine, solo está la cadena que te puse pero vos sos del mundo, no sos mía, ya no más. Todos los colores que te pensé no los tenés, ni los tendrás. Ya no sos mía, Gloria, ya no más. Te crecieron alas. Un ciclo terminó para las dos. Pero no estoy triste, sé que las cosas tienen su curso o lo tendrán. Nada puedo hacer. Ya no estás en ese poste, ya no más.
Pido un fernet para compartir en un bar al que nunca fui, no hay objeciones, hay fernet para compartir. Todo lo demás está ahí. Vos en las calles, con otros cuerpos, vos, lejana, quizás otro día nos encontremos en otra tienda y te reconozca y me reconozcas y otras noches atravesemos la ciudad. La rueda delantera estaba baja, costará, costará. Otras bicis vendrán.
Trescientos cincuenta y tres: La Gloria se fue
Trescientos cincuenta y dos: Lo que sobrevive es claridad
Trescientos cincuenta y dos: Lo que sobrevive es claridad
viernes, 24 de julio de 2015
Trescientos cincuenta y uno: La voz humana
la poesía nacida cada noche de nuevo cada nuevo decir. Lo infinito. Esa voz humana.
Trescientos cincuenta y uno: La voz humana
miércoles, 22 de julio de 2015
Trescientos cincuenta: Con sólo mirar, un huracán.
Trescientos cincuenta: Con sólo mirar, un huracán.
lunes, 20 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y nueve: Lunes de primavera
Trescientos cuarenta y nueve: Lunes de primavera
domingo, 19 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y ocho: Ser una extranjera
Trescientos cuarenta y ocho: Ser una extranjera
sábado, 18 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y siete: Quiero verte la cara
Trescientos cuarenta y siete: Quiero verte la cara
jueves, 16 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y seis: Hay un gato en el hall
Quedamos a fin solas, mi gata y yo, ella se durmió, a mí me desveló el desatino.
Trescientos cuarenta y seis: Hay un gato en el hall
martes, 14 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y cinco: Tengo un bolso lleno de libros
Cuando llegó el mensaje de la aerolíneas que decía "Su vuelo saldrá una hora más tarde", manotazo de ahogado apareció de nuevo Schlink. Alemán, generación post-holocausto. Té, maicenita y en la cama vuelta y vuelta leí. Se veía más o menos grande, más o menos gordo. Leí. Padre me hizo unos mates y me dejó en el aeropuerto para emprender el regreso. Confitería, vuelta y vuelta leí. Y las horas fueron pasando hasta que el avión llegó y mi cabeza era un árbol enorme lleno de las palabras del alemán y yo miraba a los otros pasajeros y no podía entender muy bien porque todo mi árbol ocupaba el espacio, no me dejaba ver. Tenía miedo de que se acabara ahí. Contaba las páginas que me quedaban como si fueran hostias. Me reservé las últimas veinte mientras me entretenía viendo pibitos o el pasajero aquél que había tomado justo los mismos vuelos que yo. Él me miraba también y a su pantalla de celular. Me tomo muy poco terminar. En los asientos de al lado, había una pareja de años, tomándose las manos y retomándoselas. Tenía miedo de terminar. Miedo, no sé, nostalgia, una cosa parecida a la náusea. Hasta que vi el blanco. Al lado las nubes y el blanco de la hoja. Quería despertar a la señora de al lado para decirle mi angustia, mi felicidad, mi no sé, Quería volver a empezar, bajarme ahí, ir a comprar otro libro del alemán. Forcé la música, pero mi árbol seguía ahí.
Trescientos cuarenta y cinco: Tengo un bolso lleno de libros
domingo, 12 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y cuatro: Vuelta al pago sin golpear
Hace un frío de los que nunca y adentro las hornallas. Algo temiblemente mágico sucede. No creo que tenga que ver con lo anterior. P. dice "oleaje". Yo pienso en un ave fénix cada vez que paso tres días existencialista. Ella dice oleaje y yo siento un efecto dominó en la cabeza, una desestabilización y una epifanía al mismo tiempo. Una epifanía que es pura sensación, no pensamiento. Esa conversación inicia una caída en cadena. Y el comienzo de una fe.
Fe en la poesía. La poesía de uno mismo y el mundo.
Volver como la nieve, el agua, el oleaje.
Trescientos cuarenta y cuatro: Vuelta al pago sin golpear
miércoles, 8 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y tres: Poeta
Hoy fui hasta allí. Tenía los mismos nervios que tuve en esa época en que conocía gente por chat y me encontraba para conocerla personalmente. Pero distinto. Yo estaba sola en una mesa y en otra mesa estaba todo el resto de la gente que sí se conocía. No quería mirar mucho para ver si ella estaba ahí y rogaba en silencio que ella me encontrara a mí y me hiciera las cosas más fáciles.
Entretanto, se acercó el mozo con la carta, yo dibujaba unas medusas con unos lápices que había sobre la mesa, y me dio la carta. Me pedí una pizza y una birra, sólo para mí.
Y en eso, ella se cruzo por delante y se presentó. Bajé unos kilos, digerí la entrada. Me dio su pequeño libro, yo le di el mío en una bolsa de papel madera, avergonzada. Hablamos un par de cosas y volvió al sitio de dónde había venido.
La poesía estaba ahí, en esa poética teatral.
Dos porciones de pizza apenas y me fui.
Trescientos cuarenta y tres: Poeta
martes, 7 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y dos: Perdida en la traslación
Los martes son días largos, apenas tengo conciencia de mí. Parto tempranísimo para villaelisa, hago zapping en la radio hasta que llego a la oficina con un rompecabezas de noticias. Trabajo, trabajo, mate, mate, empanadas, trabajo, café. Me subo al auto de nuevo: manejo, manejo, manejo. Canto una de shakira que me sé, es del primer disco, yo tenía menos de 15 años. Canto a viva voz y quiero que los vecinos de los otros autos me vean gesticular.
Llego a 60, voy para Berisso. Nos desvían, está cortada. No sé el camino pero veo un 214 y lo sigo. Andamos cantidades. En un momento me distraigo y lo pierdo en un semáforo que no es recíproco. Lo veo irse. Sigo al cardumen que queda. Supongo que todos van para donde yo voy. No tengo mucha nafta, tampoco tengo cobre. Dudo, dudo, dudo, pero ahí voy. Me imagino haciendo señas al costado de una ruta desconocida. Y a lo lejos, aparece la Montevideo, la música.
Trescientos cuarenta y dos: Perdida en la traslación
sábado, 4 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y dos:
A la única mujer que me cruce, tuve ganas de decirle: qué hermoso este silencio. Pero ninguna habló para no cagar el momento. Sé por sus ojos que ella sintió el diálogo.
Trescientos cuarenta y dos:
jueves, 2 de julio de 2015
Trescientos cuarenta y uno: Mi mundo está lleno de conversación
Trescientos cuarenta y uno: Mi mundo está lleno de conversación
miércoles, 1 de julio de 2015
Trescientos cuarenta: La cañería
Me siento bien, voy caminando creo que me viene el hambre de pronto pero cuando pienso en el almuerzo se crea el hueco. Me siento agujereada, baleada.
Un día como hoy, decido hacer yoga en casa. Me pongo la banda sonora del piano, estiro la colchoneta, arranco el saludo al sol. No anticipo consecuencias, sólo estoy ahí. Apenas acabo la serie, me siento frente a la ventana y el llanto asoma. Luego explota, se expande y expande creo que no va a terminar nunca hasta que lo hace. Y alivio, me sorbo las lágrimas, reciclo.
Trescientos cuarenta: La cañería
lunes, 29 de junio de 2015
Trescientos treinta y nueve: La señora del perro
Trescientos treinta y nueve: La señora del perro
domingo, 28 de junio de 2015
Trescientos treinta y ocho: Dormir es un comienzo
Trescientos treinta y ocho: Dormir es un comienzo
Trescientos treinta y siete: No es lo que parece
La buena noticia hoy es que la farmacia de enfrente ya tiene la droga.
La droga debe guardarse en la heladera hasta su aplicación.
Cohabitante M. es R1. Está canchera con la jeringa.
Le digo: ponemelá.
Me dice: comonó.
Tengo algo de miedo. Ella prepara todo, me dice: respirá hondo. Estoy tirada en el sillón exhibiendo la parte. Cuando va a clavarla, suena el timbre. Me dice: otra vez, respirá hondo. Respiro, entra, siento el líquido, creo que se me anestesia la zona. Sale la aguja.
Eso es todo.
No sé cómo terminar la crónica. Es el pinchazo más agradable de mi vida y no es heroína.
Me doy cuenta que no es momento de acabar. Duermo. Sueño pelotudeces.
Son las doce del mediodía. Me duele la nalga.
Trescientos treinta y siete: No es lo que parece
jueves, 25 de junio de 2015
Trescientos treinta y seis: A los 30
A veces me escucho decir 30, como hoy a la secretaria del doctor, me escucho y digo: mierda. Me siento tan pequeña a la vez como si mirara apenas por encima del mostrador. El doctor me dice que va a decirle a mis padres que estoy flaca. Me da risa, él se pregunta porqué. Me mete un tubo por la nariz que me llega hasta la garganta y después me muestra lo lindas que son las cuerdas vocales.
Me miro en el espejo, me miro las canas y Jujuy, mirame dónde estoy ahora. Soy el despiste perseguido.
Pienso si todos se sentirán así cuando dicen su edad frente a un mostrador. Me importan los otros. No sé cuánto tiempo más, quizá sea para siempre o para nunca. Tengo 30. Es abismal y etéreo. Quiero arrojarme sobre las palabras porque los números son también palabras.
Trescientos treinta y seis: A los 30
domingo, 12 de abril de 2015
Trescientos treinta y cinco: Si usted alguna vez tiene conjuntivitis
Eso era la conjuntivitis. Una enfermedad al paso que te pega un poco los ojos por la mañana.
Pero dejenme decirles algo y ojalá nunca tengan que evocarlo pero por si las dudas: la conjuntivitis puede ser peor, mucho peor.
No es tanto el dolor, el picor o el ardor es más bien la constancia del asunto lo que irrita sobremanera. Tal y como sucede en los resfrios, te gotea el ojo, se te paspan los párpados de tanto limpiarte y todas las mañana son el día de la marmota. A mí lo que me mata es la ilusión. Me duermo pensando mañana tendré de nuevo mi ojo, seré yo otra vez, tomaré birra y correré por el bosque, esas cosas que uno no haría hasta tener conjuntivitis y desear su potencial desaprovechado.
Pues bien, quiero decirles, queridos fieles, que la conjuntivitis no es una joda de moco pegado en el ojo. Es una tortura china, una gotita cayendo sistemáticamente en la frente. Ni hablar si uno es adicto a las máquinas, a una serie yanqui, leer, mirar, etc. El mundo se ve reducido.
Yo me veo reducida con mi ojo izquierdo reducido, mi falta de simetría es un horror.
Lo peor que uno puede hacer es leer foros en internet donde dice que va a perder el ojo o cosas del estilo. PERO LO HECHO HECHO ESTÁ. Así que la vida sigue, con o sin el ojo, la vida. Yo me abrí una cerveza negra, me fui a ver una obra de títeres. Volví y la gata no me esperaba. Yo tampoco la esperé a ella en mi cama esa noche.
Trescientos treinta y cinco: Si usted alguna vez tiene conjuntivitis
jueves, 12 de marzo de 2015
Trescientos treinta y cuatro: Yoga
Trescientos treinta y cuatro: Yoga
domingo, 8 de marzo de 2015
Trescientos treinta y tres: feliz día testo
Tengo varias ofertas para salir de la cueva pero ninguna logra quitarme la paja.
A medida que se va haciendo la noche voy pudiendo acelerar los desplazamientos. Un gran autorescate que se presenta en muchísimas cuotas. No pasa nada, y de pronto, alguien enciende el videojuego y observo. Boxeo. Entro a darle con mi avatar a cada contrincante como si cada una fuera la última pelea de mi vida. Y es increíble como me voy poniendo Hulk, me siento poderosa, testosteronada. Me ataca una ola de sudor, golpeo y golpeo, nada me frena. Me dicen: podés moverte más suave e igual responde el comando. No, dejenme sola, es mi pelea, pego como quiero y le doy pumpumpum, tres seguidas a la cara. Todos mis contrincantes son varones, chinos, negros, varones. 4 caen al hilo y ya basta. Estoy agitadísima como si hubiese corrido la maratón que nunca.
feliz día
testosterona.
Trescientos treinta y tres: feliz día testo
martes, 3 de marzo de 2015
Trescientos treinta y dos: El ostracismo de esta tuerta no es lo que parece
Todo este preámbulo para decir que hoy me tuve que "retocar" el ojo izquierdo, como otras se retocan las lolas o el culo. Me re-tocaron el ojo, me tiraron el láser ultrapolenta y la chica que iba después de mí, dijo que había olor a chamuscado. No sé bien cómo funciona todo esto, lo que sé es que me da superpoderes porque después de que me operé la otra vez empecé con el piano y con la danza y con todo eso que tiene más sentido que todo lo otro que no es eso. Siempre creí que las zapatillas nuevas te daban superpoderes para saltar y correr rápido, pero eso nunca terminó pasando. Ahora creo en los lásers (láseres, maníes o manises).
Hoy fui al control y el doc me explicó algo del clivaje que no llegué a entender pero los dibujos estaban flasheros y creo que no debe ser nada malo. Mientras tanto estoy aprovechando los sanguchitos de miga, la birra y el amor que llega cuando uno dice "operación" y que, a veces, no son los otros, es uno mismo, dándose los gustos y los superpoderes.
Trescientos treinta y dos: El ostracismo de esta tuerta no es lo que parece
domingo, 4 de enero de 2015
Trescientos treinta y uno (trentaiuno): I was runnin´
Trescientos treinta y uno (trentaiuno): I was runnin´