jueves, 12 de marzo de 2015

Trescientos treinta y cuatro: Yoga

Hace menos de un año comencé a practicar yoga. Primero Ashtanga, ahora simplemente Yoga. Me llevó bastante tiempo entender, sin entender racionalmente,  qué significa el Yoga y no creo que haya una respuesta, sino una experiencia infinita. Recuerdo que cuando era adolescente y explotaba todo el tiempo  decidí hacer Yoga y realmente el mar de adolescencia que transitaba se aquietó.
Es muy difícil escribir sobre Yoga como es muy difícil escribir sobre música. Quizás porque son cosas inefables, justamente. Pero hoy mi profesor de Yoga me recordó que debía escribir sobre esto y entonces, dejo de pensar y simplemente escribo como simplemente practico Yoga.
El Yoga es experiencia, en el cuerpo, la mente y el espíritu (que todavía no sabría decir qué es pero que existe, existe).  Capaz es eso que cuando la mente y el cuerpo se aquietan, aparece. Es algo más allá que está en el más acá. Porque Yoga es ahora.  Aquí y ahora. Es estar presentes, pero ausente el yo. El Yoga es unir todo lo que constantemente separamos. Es unirnos con todo lo que existe, siendo. Es dejar atrás el pasado y dejar también ir el futuro. Yoga es encontrarse uno mismo pero en la escucha profunda de todo. Yoga es lo que parece paradoja porque nos hemos separado de muchas cosas, de nosotros mismos, de los otros, del mundo. Yoga es hacer una masa de pan y percibirla. Yoga es estar. Y estar es ser.

Yoga es preguntarse sin responder,  profundizarse, quererse y querer.  Dejar de escapar. Observar sin juzgar. Observar, percibir, sentir. 

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