
lunes, 7 de septiembre de 2015
Trescientos sesenta y nueve: El alcaucil
Recién, mientras deshojaba un alcaucil, pensé: estoy así, llena de hojas duras por fuera, más blanda por dentro, algunas espinas que dejó esta vida vivida y un corazón en el fondo de todo eso sosteniendo ese pequeño árbol que es uno. Y me lo comí, hoja a hoja, raspando con los dientes, arrastrando todo lo que se puede. Uno se alimenta de lo que puede y así va desapareciendo.

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