viernes, 31 de julio de 2015

Trescientos cincuenta y cinco: La ópera -Toma 2

Hoy a fui a ver Otello, un dramón. El amor es una poesía que acaba en la muerte. Creo es que es perfecto pese al desenlace. Los cantantes desvisten sus voces desde cualquier posición corporal. Dos amigos hacen de sirenos en las esquinas del escenario. Todo está lleno de colores y destellos, efectos especiales. No sé realmente dónde poner la vista chuleta que tengo, si en la letra o en la escenografía,en el vestuario o en la música. Siempre me pierdo algo. Me admiro de la resistencia de esas voces sonando durante tres horas seguidas, por lo menos. Es anacrónico pero no deja de ser espectacular. Por momentos, cabeceo y vuelvo, me inquieto, se me caen las llaves, el programa, suena un celular en otra parte en la misma tonalidad. Se le cae la baba a mi percepción. Quiero quedarme con algo pero todos son peces que pasan y se van, y no me queda ni una frase, solo un collage. Rezo soñar con esto. Rezo soñar espectacularidad.
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