sábado, 22 de agosto de 2015

Trescientos sesenta y seis: El muro cayó

Y de nuevo, la alegría blanco y negro, los golpes de las teclas, ese universo que enciende la habitación con su luz áurea: la música. Ya los vecinos duermen en el sinfín de la noche, yo desarmo las partituras, tiro todo sobre la cama, renuevo viejos amores. Los dedos saben y van, no debo decirles, tan solo van y se tropiezan a veces pero ese error por azar es otro cielo que se abre. Todo se fuga en emoción, corre como el agua, la veo pasar, manantial.
Share/Bookmark

0 comentarios:

Publicar un comentario