Y de nuevo, la alegría blanco y negro, los golpes de las teclas, ese universo que enciende la habitación con su luz áurea: la música. Ya los vecinos duermen en el sinfín de la noche, yo desarmo las partituras, tiro todo sobre la cama, renuevo viejos amores. Los dedos saben y van, no debo decirles, tan solo van y se tropiezan a veces pero ese error por azar es otro cielo que se abre. Todo se fuga en emoción, corre como el agua, la veo pasar, manantial.
sábado, 22 de agosto de 2015
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