lunes, 12 de octubre de 2015

Trescientos setenta y cuatro: Pájara

El feriado que decidís reactivar tu cuerpo a las siete y cuarto de la mañana te levantás (te despertaste varias veces antes desconfiando del subconsciente) estás bastante mareada pero tenés el disco y te subís al auto y llegás justo a tiempo. Sincro. Te duele todo el cuerpo pero lentamente vas despejando las equis. Limpiás tu casa y en eso, te comés una estantería con la cabeza. El dolor se extiende sigiloso. Igual todo bien, fui a yoga, yo puedo con esto. Y te dormís una siesta superman. Y estás tan feliz con tu disco nuevo con tu amiga que vino de viaje, con las comuniones que parecían imposibles, cuando de repente, más de repente que otros de repentes, te golpea un auto y los ves, los ves irse, ves sus caras como burlescas y temerosas irse, su auto acelerar. Y te quedás ahí para siempre todavía. El corazón encogido como los niños que tienen frío. Hoy sos un pájaro caído.
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