martes, 4 de agosto de 2015

Trescientos cincuenta y seis: Tu cuerpo te traiciona

No había hueco para escribir, ni dos horas seguidas de soledad, ni el disco favorito para hacerlo. No sé que fue, quizás fue el cansancio y las ganas pujando por entrar y hacer destrozos. Pero sé también que fueron varias noches de alcohol e insomnio festivo y no me arrepiento de ese amor.
Clara consecuencia: el cuerpo te traiciona. Entonces abrís la boca para decir a y te sale b y te sale beso o bebé y te avergonzás. O te acostás a dormir la siesta y no dormís hasta cinco minutos antes de que suene el despetador para ir a tu primera clase de danza despues de cinco años sin interrupciones y no escuchás y no vas y te sentís mal y te comprás otro atado para fumar, pero te preparás una ensalada violenta de espinaca cruda y varios tipos de cebolla que te estimulan más. Y te crees que te vas a dormir después de un baño en la bañadera con sales del negocio de acá abajo que vende de todo muy barato, y no. El ojo te titila porque quiere irse a dormir otra vez, pero sólo uno, el de siempre, el lado izquierdo que colapsa, la felicidad que colapsa con la playlist de electrónica que te ponés para manejar y todo es así, la vida vivida vívida.
Share/Bookmark

0 comentarios:

Publicar un comentario