martes, 1 de noviembre de 2011

Doscientos diez: La complicidad

Y de pronto ella olvida mis errores en el piano, su gélida actitud se deshace y deviene una mueca cómplice al decirle que tenemos gente en común. Se afloja. Sé que para mí ha sido una estratagema para hacer olvidar los traspiés de las manos. Pero ahora en la nueva complicidad, me da que las dos somos un poco más libres. Ella para sonreír y yo para tocar.
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