domingo, 20 de noviembre de 2011

Doscientos treinta: Sólo una lata, nada más

Hacía terrible calor, de esos calores que se viven en esta latitud y la corriente marina de no sé donde o la evaporación del río de La Plata, una humedad de la ostia.
Pues estábamos esperando que se me hiciera la hora de entrar a cursar, a recibir los resultados de mi primer parcial -yo estaba ansiosa, pero igualmente alegre-. Y nos sentamos, luego de ir al supermercado, con dos latas de birra de medio litro cada una, nos sentamos y la poli le tiraba un láser rojo a mi compa. Tuvimos que migrar a otro escalón, un poco más cerca de la escuela, exactamente era el cordón de la escuela, y allí esperábamos que se me hiciera la hora para recibir el resultado. Pero de un momento a otro, el medio litro me hizo efecto, increíblemente (o sería la alegría), y ya no pude entrar porque era tarde y yo ya estaba ebria, y acabé dormida en el futón de mi amiga y él me condujo en su auto hasta mi casa.
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