domingo, 20 de noviembre de 2011

Doscientos veintiocho: Un elfo

Desalojamos aquella mesa para clavarnos en la barra un par de birras a menor precio.

(Me gustan las barras de los bares porque allí siempre hay historias si te quedas un rato bebiendo)

Al lado, cabello largo lacio oscuro nos hizo un lugar.
Mientras él bebía, nosotros conversábamos y no recuerdo en qué momento preciso
hubo algo que lo trajo hacia nosotros.
Sorprendidos lo mirábamos, su pelo largo lacio oscuro, sus ojos rasgados, su voz al hablar. Sabíamos que estábamos ante la sensibilidad de un elfo.
Cuando le dijimos, él asintió.
Yo tenía dos postales en mi bolso. Logré que ellos tuvieran una cada uno.
Cada postal tenía un haiku.
Pero para entonces ya estábamos tan etéreos que la única señal de esa existencia era la textura del cartón en cada mano.
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