viernes, 4 de noviembre de 2011

Doscientos quince: Domingo sin agua

Despertamos. Doce del mediodía, pasada la aguja. Un deseo urticaria de bañarme. La grela de la noche, del baile, el sudor propio y ajeno pegado al cuerpo. Darle cuerda a la perilla del agua. Ni caliente ni fría.
Alguien -la cohabitante?- se ha gastado lo último que nos quedaba de agua en el termotanque.
Hay que ser cuidadosos con el inodoro.
Vienen visitas. Lo sé porque toca el timbre. Le digo que no hay agua, sube igual.
Sacrificamos el agua fría de la heladera para sorber unos pocos mates.
Me preocupa la sed, la mugre, el recurso no renovable.
La visita arregla una lámpara muy compleja. Yo logro comunicarme con el señor del agua.
La visita se va, el agua vuelve.
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