/ Siempre supe que estabas ahí, pero quizás ha llegado la hora de escucharte
Y sus formas de llamar la atención son éstas. "Ahora no te dejo", me dice. Y realmente no me está dejando. Escribir a una mano, tocar a una mano, andar en bicicleta a una mano, agarrarse del pasamanos, como nunca, a una sola mano, ya no como quien se balancea divertida.
Me dejan el asiento. Me siento incapaz de cosas. Lo dejo colgando como si no existiera, pero al momento ya estoy de nuevo usándolo, y él gritando, y yo llorando en el asiento mi lado izquierdo siempre imperfecto.

0 comentarios:
Publicar un comentario