lunes, 29 de agosto de 2011

Ciento sesenta y cuatro: Escalada

Observo que he aprendido cosas preciosas sin notarlo. Lo percibo al decirlo, cuando ellos caen, y yo entro a explicarles con palabras que no siento propias, una información que ha venido como en un chip inserto en mi cerebro mientras yo dormía. Temo por la soberbia, y me cuido, sería fatal arruinarlo todo con ella. Pero al menos lo rotundo de mis palabras les ilumina la cara de comprensión, lucidez que no podría ligar a veracidad, lucidez que ellos mismos se forjan tras la caída de fichas.
Una tarde lluviosa fuera, adentro el mundo se compone de escalas mayores. Escalamos juntos el aconcagua de la música.
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