viernes, 19 de agosto de 2011

Ciento cincuenta y tres: Columna vertebral

No es casual que yo cargue una escoliosis y una cifosis en la línea que traza la organización de mis huesos. No es casual porque siempre estoy yéndome por las tangentes. Tengo esa tendencia a torcerme, inevitablemente, por un hábito que se presenta bastante irreversible.
Pero esta es la primera vez en mi vida, y para mí es larga mi vida como mi columna, la primera que voy a hacer un esfuerzo por algo realmente importante para mí misma. Todo me ha resultado tan fácil, como siguiendo una inercia natural, me he dejado llevar por la escritura como quien no quiere la cosa, y por la academia, la intelectualidad sin vértigo alguno. Sólo el deporte me invitó al esfuerzo y por eso, siempre lo dejé. Todo lo demás está cargado de un facilismo atroz.
La música a los 26. Un oído claro es algo, pero la técnica me requiere el esfuerzo y acarrea resistencia. Esta es la primera vez en mi vida que estoy esforzándome verdaderamente y el obstáculo, la dureza de mi cuerpo, no me frustra. Esta es la primera vez que el deseo no desaparece tras el llanto.
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