viernes, 5 de agosto de 2011

Ciento cuarenta y uno: Pastelitos

Sopaypilla los llaman en el lugar de donde vengo. Aquí simplemente "pastelitos".

Por la mañana, asistí a una reunión donde había pastelitos. Mi cerebro era un pastelito, pero esos pastelitos tenían grana de colores. Acepté uno sin dudar. El contraste entre el ácido membrillo blando y el dulce sabor crujiente de esa masa, me pone fácil las cosas.
Intenté comerlo haciendo el menor desacato posible. Una a una, cada una de sus hojas sobre una servilleta donde iba creciendo transparente la grasa. Hasta que me animé a llevármelo a la boca. Clavé los dientes con toda seguridad y cayeron migas como lluvia.
Oh vaya sorpresa, el sabor dulce de la batata almibarada, me desarmó. Porque la grana, la grana ha sido siempre un indicador del membrillo.
Share/Bookmark

1 comentarios:

Horacio A. Castelli dijo...

Va para hacernos saber que por más claros sean los signos, no podemos fiarnos de las apariencia... siquiera puede uno fiarse del significado de algo como la grana de un pastelito.
Más sorpresas para la vida. Mas necesario estar despierto a cada momento.

Publicar un comentario