lunes, 15 de agosto de 2011

Ciento cincuenta: Veda

En la veda, la abstemidad es pecado.

(Supe por el kiosquero que él respondería a los golpes en la puerta entregando la bebida correspondiente)

Son las tres de la mañana. Partimos, las tres, hacia la imprecisa coordenada. Son las tres y media, probablemente. Estamos frente al portón de un garage, oímos la música, golpeamos, volvemos a golpear. Nos entra apenas pánico. (Habría otras fiestas clandestinas). Nos abren.

Tres autos. Un taller mecánico. Luces y lasers. Veintipico de personas, no más. La música apesta (y lo sabemos antes de entrar, pero no nos importa). El alcohol es gratis. Hay un tubo de calor.

Todos son amables. Hay alcohol gratis. No se oye la veda. Entonces bailar como si fuera la última noche. Un círculo de diez personas, no más. Todos son amables. Bailar, como si se acabara el mundo. Beber, como si fueran últimos tragos, cada uno.
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