jueves, 11 de agosto de 2011

Ciento cuarenta y seis: El ego de los artistas

A veces pienso: debo decírselo.

¿La madurez podría medirse por el nivel de decepciones?

Y no se lo digo, más bien me voy por mi cerebro cuando aplasta el ego del artista.

Él se ha sentado, tirado hacia atrás y ha empezado a hablarme de todos sus logros y futuros promisorios.

No pude calcular el tiempo que estuvo hablando de sí mismo, pero mejor que no lo hice, porque eso hubiese incrementado la decepción.

La gracia de los museos es que uno no conoce personalmente al artista.
La desgracia de algunos artistas, su ego.

La próxima voy a decírselo.
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1 comentarios:

Botoncitos dijo...

Es como una ley general. Preferiría no conocer a algunos artistas. Casi siempre se cae en la decepción. Lo bueno es que el artista logra transformar su ego y sus perturbaciones en algo interesante para observar desde afuera.

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