miércoles, 20 de abril de 2011

Treinta y seis: Súbete a mi barco, vida mía

Purgar. Deshacerse del MAL. Boquear, escupir, vomitar. Expulsar, jalar una larga tira de palabras como una sábana o como el pelo de rapunzel. Todo empieza con una sola palabra. El tsunami punk ha hecho estragos hoy.
Debo pesar dos kilos menos de energía negativa infumable.
Restan los preparativos para el vuelo. Volar será más fácil con dos kilos menos.
Pero viajar me incomoda. No el hecho de viajar en sí, sino la seguidilla de decisiones que supone encarar un viaje. Si viajar fuera simplemente subir, viajar sería perfecto. Sino existiesen los trámites. Si el bolso me lo hiciera mi vieja. Si ella chequeara los papeles. Pero la edad se me pasó. Ahora soy mi propia responsable. Insegura responsable que obsesivamente revisa los pasajes. Mal que me pese yo misma.
Por maniobra, invoco frases célebres de mi psicóloga que estimulan un hedonismo imposible. Disfruta todo, me dice. Y yo me pregunto dónde está el lsd. O qué viaje es el que toma ella, si es que allí no hay bolsos, documentos, dinero, empleadas de aerolíneas, guardias cara de perro, gente gente gente papeles papeles papeles valijas maletas mochilas.

Share/Bookmark

0 comentarios:

Publicar un comentario