Olvidar es la droga que consumo con total inconsciencia hasta descerebrarme. Y cuando me descerebro tanto, tengo repentinamente una unidad de lucidez brutal y dolorosa. Y cuando tengo esa lucidez, lloro. Porque de repente me doy cuenta que he sido monstruosamente dañina. Y me digo: oh, sí, lo siento mucho. Lo digo con el corazón apretado en el puño y no hay remedio. La ausencia ha hecho estragos. El olvido no remedia el perdón. Y soy tan insensata y tan insensible a veces que tengo ganas de olvidar esa tremenda lucidez, también. Claro, pero eso es ya imposible.
Y así salgo sangrando a la calle a remediar el presente.

0 comentarios:
Publicar un comentario