lunes, 11 de julio de 2011

Ciento dieciocho: Chocar II

Podría decir que se siente casi exactamente lo mismo al estrellarse contra una puerta de un auto una noche en un paseo musical en bicicleta, que estrellarse contra una frase rotunda, cruel, cuando vengo subiendo descocada por una montaña rusa, sí, alegre, primaveral, anticipada, sí, pues me caigo de mil kilómetros de altura, a una velocidad tan vertiginosa que no me doy cuenta que estoy cayendo hasta un rato después, cuando efectivamente me estrello y me duele, sí, el corazón pues, qué va a dolerme sino, si lo único real es sentir. Todo ha sido un simulacro, menos sentir.
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