Creo que es una bendición. No hay internet en casa. El tiempo desborda. Me muevo tranquila, luego de un atisbo de colapso. Tan solo poner música, abrir un cuaderno, leer anotaciones viejas, leer libros nuevos, escribir varios poemas al hilo, cocinar, comer, lavar los platos. Me ha venido bien la soledad.
Creo que puedo vivir sin internet.

Ciento diecinueve: La vida sin internet
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