martes, 26 de julio de 2011

Ciento treinta y dos: Siesta de Poe

(El título es préstamo de un diálogo del día. No es enteramente mío)
Renegando de la vigilia, monté una siesta apenas transcurrido el mediodía. Tenía malestares varios, pensé que la siesta era el remedio para todos.
Toda siesta incluye el babeo. Babearse es algo hermoso, siempre y cuando no haya otras víctimas del babeo, distintas a mí.
En la siesta tuve varios sueños. En el último, yo veía por la pantalla de un celular ajeno cómo una mujer era golpeada y violaba, mientras tanto el teléfono sonaba en un cajero automático.
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