martes, 6 de septiembre de 2011

Ciento setenta y tres: Dios sol

Siempre preferí el sol por la calle, por la mañana, por la plaza al pasar. Preferí la música de la primavera, lo absurdo de llevar aún una bufanda sólo por si acaso, el frenesí en la cara.
Y el sol en la espalda como una palmada para el día. No sería tan fácil remover el lunes desde la cama si en la ventana el frío.
Pero el sol, entonces dios es el sol. Yo apenas el aire. Yo apenas partículas flotando.
Y a la noche, tras cerrar los ojos, la última luz en los párpados es la imagen de dios, el rayo, el color que rodea las pupilas.
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