domingo, 4 de septiembre de 2011

Ciento setenta y uno: Empalanganarse las ganas

No hay otra cosa que yo quiera más ahora que un cuerpo despierto, abierto, etéreo.
Y en cambio tengo, un cuerpo pesado, bloqueado, dolido.
Y entonces soy una medusa, desparramada en la cama, llorando la sal del mar, deseando que se pase pronto, gritando por dentro como un lobo, y no hay caso.
No insistas. Hay que parar.
Pero harta.
Obstruida.
Destruida.
Toda la energía en el cuerpo
como un volcán tapado.
Si yo pudiera abrir mis dedos para que la energía corra como el agua
pero en cambio
hay algo que persiste,
es el dolor
del estanque,
la resistencia profunda desde el plexo,
pero desear más
no abre compuertas.
Habrá que desear mejor.
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1 comentarios:

Eugenia Di-Paola dijo...

bonita!

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