sábado, 3 de septiembre de 2011

Ciento sesenta y ocho: Férula Kahlo

Cuando desperté esa mañana, el brazo izquierdo seguía haciéndome ruido en el cuerpo.
Fui a ver al médico. Describí los síntomas. Él dudó decirme, yo temblé antes de que hablara. Y cuando finalmente dijo: túnel carpiano, yo sentí, a la vez, el encanto de esas palabras y la incomprensión. Y cuando el dijo: Férula, yo recordé que una vez nombré a un peluche así y eso ya era una premonición.
Y cuando la férula rodeó mi carne, y el que la sujetaba tiró con fuerza, yo sentí una lágrima caer por dentro, era una nota aguda y precisa, como un grito de lamento que queda haciendo eco.
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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Que interesante este escrito. Muchas veces nuestra mente crea realidades paralelas que demuestran que todos los hechos vividos tienen relación unos con otros.
Me hizo acordar a eso...,a ese encadenamiento de pensamientos que muchas veces resultar tortuosos.
Un beso grande.Georgina,tu profe de lenguaje.

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