jueves, 29 de septiembre de 2011

Ciento noventa y siete: La mirada de un pez

Si hay algo que me inhibe el hambre, algo muy poderoso, es ver los ojos opacos del ser al que voy a clavarle el tenedor. Así que le pido por favor al próximo pez que ose subirse a mi plato que se quite los ojos antes de hacerlo y, preferentemente también, los pequeños dientes cónicos, y cualquier otro gesto que me llegue al corazón y me quite la impunidad con la que he comido tan dulcemente todos estos años.
Muchas gracias cardumen
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