Tuve a la Beauvoir en mi cama una vez o cientos. Ahora tengo a la Despentes, y entonces veo la diferencia, comprendo ágilmente el recorrido. No me importa hacerme la rata entonces, y quedarme toda la tarde acostada, faltando a mis compromisos, por ella. Ella devenida libro, poesía política. Y no me pregunto por el mundo mientras leo. Y es que no leo de esta forma hace tiempo. Me apasiono, es la triada: cama, francesa y yo.
Me brotan mil pájaros de la cabeza. Quiero quedarme así, laxa, hasta el final de las páginas (y de las pajas). Hay un babeo interno y la punta de un ovillo.

Ciento ochenta y uno: Encamarse con una francesa
1 comentarios:
Uh, a mí me la está dando un francés, pero en el bondi.
No es extraño: es Foucault. Varias cosas se han hablado de él...
Saludos.
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