domingo, 1 de mayo de 2011

Cuarenta y seis: Otoño para dominguear

Se armó quilombo de hojas en la vereda. En la vereda no hay nadie, sólo un montón de hojas crujientes como tostadas. El otoño es para hacerse oso de peluche. Me crucé con un perro. Era feliz en su pelaje. Yo me voy a dejar crecer los pelos para ser feliz en el otoño del año que viene. El otoño es un invento pero existe. Yo adhiero al otoño siempre y cuando haya cobija, estufita, osito, sopita. Sí. No es fácil. Ni te digo el invierno. El invierno ya es too much. Me imagino la gente que vive en la punta de este país. La punta de abajo. Se debe estar haciendo escarcha su baba. Te debés quedar adherido al caño metálico de los colectivos. Me imagino a la gente acercándose para tocarse, para sentir el vaporcito que largan los otros.
El otoño está incontenible allí afuera. Es hermoso mirarlo por la ventana y estar a salvo. A salvo del frío del viento de las chispitas de agua.

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