sábado, 28 de mayo de 2011

Setenta y tres: Los monstruos

Fuimos a comprar sevenart, pan y vino. Ella empezó a hablarme en japonés. Yo intentaba volver al español. Ella insistía con el japonés. Empecé a hablarle en japonés y ella empezó a entenderme. Naturalmente.
Le hice caballito hasta el superchino pero ya había cerrado. Le pregunté a un vecino dónde podríamos. Nos dijo: Es lejos. Yo las llevo.
Nos llevo en auto hasta una estación de servicio. Todo en español. En un momento, su auto se detuvo. Su perro nos seguía. Subió y se sentó en el asiento del acompañante.
Llegamos a la estación. Nos bajamos. Entramos y ante nosotras estaba lleno de peluches, unos más suaves, unos más grandes, otros insignificantes. No tenían pan ni vino. Sólo llevamos una lata y un oso polar tamaño a4.
Corrimos, saltando lagos. Un monstruo maullador nos siguió hasta esconderse sigiloso debajo de un puente. De frente venían otros haciendo ruidos con sus tacos y dejando estelas de perfume maldito.
Corrimos hasta el castillo.
Nos recibió un gato.
Subimos las largas escaleras en espiral.
Y dentro, olía a guiso.

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