domingo, 8 de mayo de 2011

Cincuenta y cuatro: Los domingos me odio

El domingo me pone gataflora. Nada es lo suficientemente malo, ni lo suficientemente bueno. Todo es ni. No quiero trabajar mañana. No quiero nada. Quiero que me amputen el sistema nervioso. Quiero que me dejen en estado vegetativo todos los domingos que vienen.
Respirar, me molesta. Comer, me cae mal. Dormir, me deprime. Trabajar, me pone de malhumor. Salir, me da fiaca. Limpiar, no me toca.
Entro al facebook. Entro de nuevo. De nuevo, de nuevo, de nue... Todos están paralizados. Postean los efectos de su resaca.
Yo estoy odiosa. Me tocan el timbre.No quiero atender, pero atiendo igual, capaz me salve. Atiendo desganada. No es para mí.
Nada interesante puede pasar hoy aquí dentro. Solo una crisis de serotonina. Una infinita fila de pensamientos inútiles. Oh sí, qué vida tan perfecta, oh sí, qué vida tan de mierda.
Seguro que mis padres me hicieron un domingo.
Eso es suicida.

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