martes, 21 de junio de 2011

Noventa y ocho: emoción

De chica nunca entendía bien por qué la gente lloraba cuando estaba feliz, si llorar era de estar triste. A mí, nunca. Creo que hasta que vi forrest gump y creo que ahí era tristeza incluso. O eso que está en el medio: melancolía, saudade, nostalgia. Quizá.
Para mí, por terca total, llorar siempre va a ser una forma más o menos alegre de la tristeza.
Pienso, por ejemplo, en la película que terminé de ver hoy y mi resistencia continua a largar una lágrima. Era sublime el panorama pero yo no terminaba de atreverme a llorar. Pienso, por ejemplo, en cuando ella me dice: "tomá mi piano". Y tampoco lloré el estremecimiento interno que eso me producía. El resonar de la palabra piano, su vibración en mi cerebro como un sonido que nunca se apaga.
Y pienso y el problema es pensar. El problema para emocionarse bien es pensar. Y por eso no lloro de felicidad, por tanto pensar.
Share/Bookmark

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento identificado con esta resistencia al llanto, en mi caso no sólo por felicidad, sino también ante situaciones angustiantes o de tristeza. Ahora hay dos películas que confirman que no estoy "inhabilitado" para llorar (inclusive en público!): "I am Sam" y no hace mucho "Anita".
Mariano.

Publicar un comentario