Abrirse al infinito mundo de las posibilidades todo el tiempo, sí, digo TODO EL TIEMPO es un coco continuo y carcomedor. Pues bien, los domingos todo se intensifica, sobre todo cuando baja el sol.
En ese ocaso que es también un ocaso interior, se me vuelan los patitos. Sí, la libertad. O ¿por qué no ser algo menos existencialista a veces?
Por suerte puedo darme alcance hasta la casa de otra existencialista y navegar filosóficamente el problema hasta prácticamente perderlo de vista.
Soledad y Libertad discuten los domingos.

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