jueves, 23 de junio de 2011

Noventa y nueve: do-mi-sol

La distancia que separa do-mi-sol es la misma que separa las edades de nosotros, los tres que siempre viajamos de vuelta en el colectivo. Ella, tu madre, tiene 36. Yo tengo 26. Vos tenés 16. Una simetría casi perfecta con un margen de error de algunos días o meses que no aún no sé y no sabré, porque no importa cuándo son nuestros cumpleaños.
Ella do. Yo mi. Vos sol (aunque toques el bajo).
Cuando viajamos en el colectivo, ustedes se sientan uno al lado del otro y son copias casi exactas, excepto por tu bigotito de adolescente bohemio. Yo me siento adelante y me doy vuelta para mirarlos y sus miradas son fuertes. Temo mirarte mucho o mirarte muy de un modo que ella sospeche. Pero vos miras como si ella no mirara, como si ella no estuviera ahí y yo sospecho y temo. Temo sus represalias.
Ella es la nota grave de esta escala hasta que el compás termina en uno y sesenta.
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