
miércoles, 29 de junio de 2011
Ciento y cinco: Desafinados
La vida se me viene desafinando del martes para acá. El otro día caí alegremente a la clase con todo bien aprendido. La escuela estaba toda vacía. Sólo habían dos o tres personas reunidas en torno a un mate lavado. Interrogué por el vacío. No hay energía, contestó una. Entonces subí las escaleras y elegí el piano desafinado de todos los martes y me senté. Toque todo lo que debía tocar, varias veces, y me fui con la energía mía a otra parte.

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