lunes, 20 de junio de 2011

Noventa y siete: Merengadas y sonrisas

Si hay algo que me apasiona del acto de comer, eso es> el bocado como metáfora de un recuerdo.
Hoy mastiqué una sonrisa. Y mientras jugaba a hartar a una ninia nacida en brasil, impostando odiosamente mi voz como locutora barata, yo era la ninia con la boca más inmensa del mundo, la boca donde cabía vertical una galletita entera con cara. Por lo que mi cara era a su vez otra cara. Mi cara con boca de O y la O con cara de alegría fuxia.
Estoy masticando una sonrisa todavía como una prolongación indefinida de algo que no sé, pero me alegra. No sé bien si este sabor es el sabor aquel, pero es algo tan sencillo que ni siquiera necesito averiguarlo. Me basta con el halo de un recuerdo sensorial, de un placer retrospectivo, de un alga o un pez yéndose.
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