domingo, 26 de junio de 2011

Ciento tres: Abstinencia de redes

El tiempo, fuera de las adicciones que padezco actualmente, es largo, lento, provocador. Hoy a las cuatro de la tarde decidí mantenerme offline el tiempo que fuese necesario. Necesario para limpiar, estudiar, leer, bailar, bañarse, comprar leche en el kiosco. Cuando hube acabado con todo, yo era feliz e independiente. La ansiedad estaba debajo de la línea roja. Olía bien y los dedos me respondían, los dientes me brillaban, la música rodaba en el tocadiscos el mar de debussy. Me pareció absurdo, ridículo, haber acabado tan pronto con todo, tan pronto que tuve tiempo para mirar por la ventana la caída del sol y deslizarme serenamente por los pasillos sin buscar ningún objeto perdido. Estaba yo, mi cuerpo vivo, mi cabeza liviana y el mar.
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