martes, 22 de marzo de 2011

Siete: Doble entrada

A veces una tiene la suerte de acceder al paraíso que, en este caso, es un cuadro de doble entrada.
Leáse: encomienda y houllebecq. Y todo por azar.
Sin computadora, motoricé un par de cuentas pendientes con varias semanas de antiguedad. En el trayecto de su resolución, topé felizmente con un anagrama de página doce, ideal para el bosillo y la cartera de esta dama. Como caminar aburre, una vez que se ha pasado a medios de transporte de mayor potencial kilométrico, caminar aburre. Si no hay bici, hay libro de houllebecq número treintasiete, no te lo pierdas. Y descubrir, en todo ese tramo, que este francés homónimo de foucault escribe poesías y qué poesías es un acceso directo al paraíso cotidiano que nos provee el azar. Sí, adiós gracias.
La otra entrada es la encomienda de mamá. Y si hay que ser exactas, las milanesas de pollo, de pechuga de pollo que en ella vienen contenidas. Aunque sean dos. Aunque ya hayan pasado a integrar mi cuerpo. Este retrogusto de grasa avícola es todo un placer.
Idéntico a hacer la digestión masticando un trozo del francés con la voracidad de quien no lee poesías de esas todos los días.
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