jueves, 13 de noviembre de 2014

Trescientos quince: Sincronías

Hay días en los que todo entra en trance, en coordinación perfecta o casi.
Voy a la parada del bondi, justo viene. Voy a la plataforma de la terminal, el otro me espera. Me meto en la boca del subte, está llegando. Regreso. Me meto de nuevo en la boca del subte, está ahí.
Todo se vuelve sumamente liviano. Espero en la parada del 202, me llama un amigo, vive a dos cuadras. Necesita algo de mí, me lleva a casa, hago la entrega.
Me meto en el sobre, me salgo del sobre. Bailo, me duelen las piernas pero estoy en trance. Me como una pizza con ananá, un trago, nos regalan otros dos. Empieza el recital, es el disco que escuché toda la semana. Bailo, entro en trance, me duelen las piernas.
Pedaleo, tengo el disco del recital en mi mp3 y es todo mío, lo compré por un dólar con cincuenta. Pedaleo, la noche es mía. Tengo las células llenas de espuma.



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