No hay momento más exquisito que destapar el germinador algodonado y descubrir el asome. La carita, la manita blanca de un brote, qué más da. Armé un sommier para siete prometedoras semillitas siguiendo la instrucciones precisas de O. Y desde entonces, todas las mañanas, destapo los platos hondos para ver el interior de ese ecosistema artificial que he creado para las niñas.
Como cocinera amateur que abre el horno y no deja levar la torta, yo abrí sistemáticamente (a veces dos o tres veces al día por si acaso) para ver el fenómeno conmovedor, no sin temor a interrumpir el proceso pero con las ansias inevitables que evoca traer al mundo semejantes plantas.

Trescientos uno: Abre
2 comentarios:
estas hablando del faso, verdad?
digo por lo de "semejantes" plantas... tiene q ser,
muy rico todo, saludos
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