viernes, 24 de octubre de 2014

Trescientos tres: Hay caballos alados

Anoche tuve 16 otra vez. Los dieciséis que no tuve nunca, a decir verdad, porque a mis dieciséis creo que ni sabía el significado de stencil en mi tierra árida. Me gusta la gente que siempre se ve joven y yo me vi joven frente al muro, las manos dentro de bolsas llenas de pintura, sosteniendo las placas, estampando el calado. Ahora tengo casi el doble (exagerando).
Una birra como para aflojar tensiones y manos a la obra. Ella sopleteaba y yo sostenía bajo los rayos del neón. Éramos tan felices. En eso sentimos unas voces. Dos chicos con longboards se cruzan para chusmear. Justo estábamos haciendo los pajaritos que se besan. Preguntan: quién es los hizo. Ella dice: ella. Uno vuelve a preguntar: y ése qué significa. Yo me avergüenzo. La insiginia de mi stencil tiene dieciséis años. Yo respondo, rubor y calor. Ellos festejan el pegaso y se van. Nos reímos exultantes, como dos adolescentes al salir del colegio.
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