viernes, 21 de octubre de 2011

Doscientos siete: Travesía nocturna en bici

Era de esas noches producto de días casi eternos. Si paraba en casa, era para quedarme. Entonces no paré y pedaleé como un caballo con antiojeras por toda la diagonal. Por todo el contorno de esa diagonal que se entierra en un verde al final.
Esta vez éramos dos pedaleadoras.
El cansancio era cosa menor. Las ruedas estaban desinfladas. La mía una de paseo, la tuya una playera.
Pedaleamos sin percatarnos ni desacato, sino como aquellas que pedalean con un inercia divina mientras se interrumpen para decir: no, decí vos. no, decí vos. Y la noche estaba húmeda. Ni calurosa ni fresca, pero húmeda.
Hasta que vos dijiste "acá" y cruzamos la avenida para pegar la vuelta, como conejos tras las zanahorias, emprendimos regreso a la posta de alcoholes.
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