Cuando empiezo a hacer vida normal, vuelvo de la escuela y ceno. La tos me sacude. Es como si me empujara para dentro, como si me succionara la tos. Me asusto. La sangre sube a la cabeza. Leo en internet que el dolor de pecho y de espalda anticipan un infarto. Creo que voy a morirme. Agarro mis cosas y vamos a la guardia.
En la guardia hay muchas personas. Yo toso como si se me acabara la vida. Ellos se dan vuelta para mirarme. Sobre todo dos. Me miran con cara de desubicación. Pienso si estoy en el lugar correcto.
La sorpresa de ellos es, entonces, mi sorpresa.
martes, 11 de octubre de 2011
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