viernes, 12 de diciembre de 2014

Trescientos veintisiete: Intoxicación

Soy esa clase de gente que no puede hacer pie muy seguido, que va de un extremo al otro, que no sabe nada de medias tintas. A esta clase de gente, en esta parte del mundo llamada periferia, nos pasa que intoxicamos por desmesura. Sucede que vamos a un lugar por primera vez, atravesamos la pista de la milonga, nos clavamos tres empanadas de carne de extraña procedencia, exquisitas como todo lo de extraña procedencia, y dos días después tenemos fiebre, cólicos, sensación de muerte prematura.
A esta clase de gente, nos gusta, sobre todo en diciembre: beber, comer, asistir a fiestas, bailar hasta dolernos las piernas, fumar hasta dolernos la garganta, dormir lo indispensable para poder ir a la fiesta del día siguiente y además, tener muchos proyectos por incapacidad de decir no ( a las fiestas también a veces se va por la misma incapacidad).
El resultado es, lisa y llanamente, reposo y dieta brutal, sin desaparición completa de las fiestas, lo que requiere un inventario de excusas para justificar la sobriedad, situación que los borrachos rechazan bastante e insisten en cuestionar. Así, esta clase de gente pasa a la fase "rescate" por, al menos, tres o cuatro días cuando el cuerpo da el visto bueno para la reinserción en la fase "fiesta" y así sucesivamente hasta la muerte, prematura o no.
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