martes, 30 de diciembre de 2014

Trescientos treinta: El último día del año

Con las últimas energías que me quedan, entro a mi casa, me recibe la gata, llena de reclamos y se retuerce contra las patas de las sillas. Se ha muerto la hierbabuena pero todo lo demás sigue en pie y es fantástico el silencio del último día del año que recién comienza. La gata se acomoda a la par de la computadora y me mira mientras escribo, estamos solas, estamos tan bien. La miro, le digo que la extrañe, ella me ignora pero sé que vendrá esta noche a la cama como tantas otras. Ojalá soñemos el mismo sueño y sea aquel donde tan perfectamente nos entendemos. Ojalá también que dure lo suficiente para hacer las paces y que mañana no haya más reclamos por ausencia y quizás la hierbabuena también tenga ganas de arrancar de nuevo.
Me gusta la medianoche que trae lluvia y el amanecer lluvioso cuando estoy en la cama, me gusta saber que mañana es otra cosa.
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