jueves, 26 de enero de 2012

Doscientos sesenta y siete: La vida olvidada

Cuando uno se va de vacaciones mucho tiempo se olvida de la vida que tenía antes de irse. Creo que es ese un poco el objetivo de las vacaciones. Al volver uno descubre su propia vida como si fuera ajena. Llega y ve si le gusta. Si no le gusta, se arma otra o se va de nuevo de vacaciones. Pero si le gusta, se queda a vivir plácidamente en la vida que tenía.

Cuando yo regresé de mis vacaciones, me sorprendí de la vida que tenía antes de irme. Me sorprendí de mis amigos y de mis objetos. Me sorprendí por lo intacto del corazón al sentarme a tocar el teclado, al abrazar a M.S., al pedalear mi bicicleta. Y dije: Mierda. Esta vida me gusta tanto como la vida paralela de las vacaciones.

Llené el lavarropas y me senté junto a la ventana para ver cómo las plantas sacaban la cabeza al sol.
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