jueves, 23 de febrero de 2017

Trescientos ochenta y seis: Resfrío de verano

Después de un findesemana de corrido, de trabajo, de alcoholes también, ahora que esos mundos están mucho más cerca, quién lo hubiese dicho. La libertad es así, gurí. Ansiedad y alcohol. Trabajo desde la cama y reguero de pañuelos ahora que me he enfermado por darme manija con asuntos obsoletos. Ahora lo veo bien, antes era un conglomerado.
Resulta que soñé que tu casa -no te conozco- tenía un espacio para estar, permanecer, con un techo muy muy alto, y era de noche y llovía. Yo lo noté cuando miré para el cielorraso pensando que tenías una gotera pero no, era un techo suspendido por parantes y entre el hueco por donde se filtra la luz necesaria, se venían adentro unas gotas. Es cierto que hubo muchas más cosas en ese sueño que ahora voy a reprimir para el bien común de esta cuadra. No son tan dramáticas ni tan obscenas pero sé que voy a empezar a fabular y no quiero.
Me alcanza con ese espacio para permanecer, en la noche aguada, de estos mocos y esa lluvia anunciada.
Me dijiste: qué hay de nuevo en tu semana.
Hay un sueño.
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1 comentarios:

I. dijo...

Qué lindísimo sueño

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