sábado, 26 de abril de 2014

Doscientos noventa y seis: Un pase

Sábado a la mañana. Llevo la bici al doctor. En media hora venite, me dice. Voy a la verdulería de la esquina, compro mis manzanas de siempre y me siento en el cordón de la vereda, justo donde baja ese rayo de sol otoñal que te carga positivamente.
En un momento, alguien me hace sombra. Me hago la visera con la mano, lo miro, es un tipo en bicicleta, me dice: cuánto está el pase. ¿El qué? El pase, me dice. No te entiendo, le digo. No estás trabajando, me pregunta. Le digo no, no trabajo en la calle.
Se va.
Vuelve a los minutos. ¿Y vos no sabés dónde las puedo encontrar? No, a esta hora no, le digo.
Se va.
Vuelve. Me dice: ¿Y vos no querés trabajar? Le digo: no, yo estoy esperando mi bici. Me mira. Me levanto, cruzo, lo dejo atrás, ahí se queda, pedaleo en la Gloria hasta casa.
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